jueves, 15 de julio de 2010

EL PANDORFO

Caminando por el centro comercial, Amadeo vio una tienda nueva. Sintió curiosidad por entrar, no tanto por la yamidez de su fachada sino por los objetos que estaban exhibidos. Aunque había toda clase de cosas, Amadeo fijó su mirada es una sola: el pandorfo más increíble que jamás hubiera visto. No era porque sus pandorfinas fueran sensibles a la luz, ni porque al rufitarlo creara las imágenes florales más bellas; tampoco le llamó la atención que las pandorfinas fotosensibles crearan imágenes más yámidas, ni que su diseño permitiera una mayor sensibilidad al rufiteo. La razón por la que Amadeo compró el pandorfo más caro de la tienda no fue porque sabía que iba a despertar la envidia de sus amigos. Amadeo se adueñó del pandorfo, porque al igual que él, era totalmente blanco.

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