sábado, 25 de septiembre de 2010

FAVORITISMOS


I simply remember my favourite things
and then I don’t feel so bad
Rogers & Hammerstein – The Sound of music

Me alegra dormir las nueve horas que me recomendaron
y echarle un vistazo a esa foto en la que estamos juntos
hundirme entre las cuatro cobijas y las dos almohadas
los cinco minutos de pereza
ese sol frío que se cuela en las mañanas
la primera canción que escucho al levantarme
esperar a que el cereal se ablande un poco
y el olor a mandarina que se impregna en mis manos
el saber que hoy no tengo cosas pendientes
ese mensaje que me desea un buen día
y des
pe
re
zar
me

Me hace feliz darle cuerda al soldadito
y verlo caminar
los tres animales que me miran desde su mundo de colores
dejar que un chorro de agua tibia vaya de mi cabeza a mis pies
saber que tengo que abrigarme
el perro del vecino que me llama en las mañanas
sacar los relojes
escoger sólo uno
volverlos a guardar
ver la colección de monedas de los tres países
la llamada tranquilizadora de mis padres
y las historias de mi hermana
Los dibujos con mi abuela
y la compra de dulces con mi abuelo
desempolvar los álbumes fotográficos

Me pone contento la risa de Marianita cada vez que le hago cosquillas
hacer de monstruo
los pelos rizados
y jugar con ellos
ponerle banda sonora a esos momentos de mi día
ver el resultado de una tarde de dibujo
untarme de pintura las manos y la cara
ordenar de mayor a menor
el corrientazo en la boca por el sabor del arándano
el dolor de cabeza por atragantarme con helado
conocer el final del libro
sentarme en el fondo y ver los cuerpos que nadan arriba
Tener un pretexto para salir a jugar al parque

Me gusta cocinar para dos
ese par de sábados en buena compañía
saber que le hice el día feliz
el mensaje de agradecimiento por una tarde placentera
los regalos que me hace sin razón
que me haga bromear cuando hablamos
que me diga que me quiere
aunque seamos sólo amigos
el golpecito enojado
y ver de nuevo la foto en la que estamos juntos
antes de irme a dormir

domingo, 19 de septiembre de 2010

PACTO


Eusebio salía todas las mañanas a la panadería de la esquina. Compraba diez pesos de pan. Caminaba tan a prisa como su bastón se lo permitía. Llegaba de primero al viejo parque del barrio. Se sentaba en una banca y alimentaba a las palomas.
En eso gastaba sus días. Cortaba trocitos de pan y los lanzaba al suelo. Le gustaba ver como las palomas aterrizaban, corrían, luchaban por las migas y volaban de nuevo. Algunas veces se ponía pan en los zapatos , estiraba las piernas y dejaba que las aves le hicieran cosquillas. Otras veces, se ponía migas en el sombrero. Las palomas trepaban por sus hombros y se posaban en su cabeza y le despelucaban los pocos pelos que aún conservaba. Las palomas lo conocían mejor que la gente del barrio. Y el parque y esa banca le pertenecían.
Una mañana Eusebio no salió a comprar pan. El parque y la banca permanecieron vacíos. Y ese día no hubo más Eusebio. Tampoco hubo palomas.
Esa misma mañana, todos los parques y las bancas de la ciudad quedaron vacíos. Y cuando llegó la tarde volvieron las palomas, pero no volvió ningún Eusebio.
Y es que dicen que esos viejos hicieron un trato con las aves. Intercambiaron migas de pan por clases de vuelo. Y ese mismo día les enseñaron a volar.

sábado, 11 de septiembre de 2010

INTERPRETACIONES


-Esa es un conejo.
-Para mí es un sapo.
-No, te digo que es conejo. Si hasta come zanahoria ¿no ves?
-Es sapo y está estirando la lengua.
-Conejo. Está saltando y salta como conejo.
-Tiene las patas traseras muy largas. Como de sapo.
-¿Has visto un sapo blanco y felpudo?
-No es tan blanco. Es más bien gris y está brilloso. Como un sapo. Un sapo de pantano.
-¿No eran verdes los sapos?
-Los que te pintan en los libros. Los de verdad son grises. Yo vi uno en el jardín de la abuela y era gris. Si fuera verde no lo habría visto.
-¿Tan quieto estaba?
-Creo que se ocultaba de Mirringa. Ya ves que le gusta comer sapos.
-Los gatos no comen sapos.
-¿Como que no? Les gustan tanto como los ratones.
-¿Has visto a un gato comerse a un sapo?
-No, pero lo leí en mi libro de biología. Su dieta es a base de ratones y sapos.
-Si tu lo dices. ¿Y el conejo?
-Son vegetarianos. No se comerían un sapo, les hace mal.
-No, el conejo, ya no está.
-Era un sapo y se transformó en camello. ¿Le ves la joroba?
-Sería dromedario porque sólo tiene una.
-¿Ahora te inventas animales?
-No es invento. Los dromedarios existen. Son primos hermanos de los camellos. Pero sólo tienen una joroba.
-Si tu lo dices. Qué incómodo debe ser viajar en dormendario.
-Dromedario, tonto. ¿Por qué lo dices?
-Por la joroba. Los camellos si son inteligentes. Se hicieron una silla con las jorobas para poder viajar en ellos.
-¿Eso también lo leíste en tu libro de biología?
-No, me lo dijo uno.
-¿Un qué?
-Un camello, obvio.
-¿Y es que ahora los camellos hablan?
-No todos, sólo ese.
-¿Y en dónde viste un camello que habla?
-En el jardín de la abuela. Dónde si no.
-¿De dónde te inventas tantas historias?
-No es invento, es real. Tan real como el sapo gris. En el jardín de la abuela pasan cosas que ni te imaginas.
-¿Qué hacen chicos?
-Vemos animales en las nubes.
-Pero Mateo hace trampa.
-¿Haces trampa?
-¡No hago trampa! ¿Por qué le dices a la abuela que hago trampa?
-¿Has escuchado hablar alguna ves del dormendario?
-¡Dromedario, tonto, Dromedario!
-Si, es el primo hermano del camello, pero sólo tiene una joroba.
-¿Viste?
-Chicos, se enfría la comida. Entremos a casa ¿quieren?
-En cinco minutos abuela. En cinco minutos.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

HUELLAS

Bajo mi cama encuentro a mi cuerpo cansado las pieles que he mudado el no se lo digas a nadie el secreto que perdí días de lluvia de lluvia ácida de lloviznas que torturan de chubascos que desnudan un escondite de abrigos un vigilante de zapatos un diario oculto y escrito en lenguajes secretos de jeroglíficos en el colchón manchas de tinta o de sangre que dibujan historias que no se dicen pedazos de intrigas manos que buscan y ojos que no encuentran estornudos provocados rectángulos perfectos marcados por el polvo la mano peluda del monstruo que me tiene miedo un túnel por el que escapo el olor a leche caliente y a brandy que me trae de vuelta las cáscaras de naranja seca una colección de monedas de arenas de mares de caras de sonrisas de besos que no me han dado un charco de lágrimas coladas por los resortes promesas que nunca fueron cumplidas el mañana en la mañana un par de pesadillas que se ocultan en el día el avión que se lanza todas las noches en caída libre la número ocho que me persigue por toda la mesa un termómetro roto una boca rota y silenciada y un cuerpo roto que no es el mío